De ahí fuimos al jardín de Hama que está al lado (300 yenes). Es un jardín de té, con su casa para la ceremonia y lagos con agua de mar muy chulos, pero hemos pillado una etapa de la primavera tardía en que ya no hay casi flores bonitas. Así que nos ha parecido un parque normal.
Luego ya tiramos hacia Ginza, otro barrio pijeras al estilo Harajuku, situado en el auténtico antiguo centro de la ciudad. Allí está el famoso cruce de Yon-Chome, uno de los más transitados del mundo, en teoría conocido por sus pasos de peatones pintados en diagonal. Pero hay que decir que ya no lo tienen pintado así, sino de manera horizontal normal como en España. Menos mal que sí vimos en Shinjuku pasos así pintados en diagonal, mucho más cargados de gente que este. En el barrio hay muchos grandes almacenes de nivel que dejan a El Corte Inglés a la altura del betún. Sobre los cuales en la guía de Japón que llevamos dice que en sus tiendas de comida de las plantas de abajo hay degustaciones. Pero lo que hay en verdad son unos pica-pica de risa, en cualquier paradita por la calle te ofrecen más cosas a probar que ahí, así que mejor ni perdáis tiempo en pasaros. Y en los almacenes Matsuya se supone que tendría que haber bonsáis, pero tampoco tenían ni uno (no he visto un bonsái en todo el país).
Vimos más cosas pero no muy remarcables, hasta que tiramos hacia el Palacio Imperial. Otra cagada, menudo full de día. No hemos visto nada en condiciones. La zona de los jardines más cercanos al palacio no se podían visitar, no sabemos si porque están siempre cerradas sus puertas o porque había alguna visita de algún dirigente importante hoy. Así que después de rodear hacia el norte el perímetro del foso conseguimos ver uno de los parquecitos del norte, Kitanomaru, pasando antes por delante del edificio de la Dieta, el Parlamento de Japón.
Mega hit photo compilation sobradas vol.XLIII:
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